jueves, 1 de septiembre de 2022

RENUEVA TUS PASIONES TODOS LOS DIAS (Terri Guillemets)

Escribir sobre los regalos que ofrece el campo y la olivicultura ecológica, de una manera casi poética: sobre todas las cosas, bienestar y calidad de vida. Llegar al olivar, ver cómo esos árboles, los más jóvenes, han cambiado en tan sólo cinco años; los mayores, majestuosos sus troncos y sin descanso en volver a brotar y dar su fruto en abundancia; los medianos, repuestos del desconocimiento de integrar ganadería sin ponerle límites, están encantados de formar parte de un ‘Todo’. Este singular paisaje de olivos me hace sentir libre y feliz. De eso hace 7 años y aún sigo soñando, trabajando y a veces padeciendo entre olivos. Al morir mi padre tome contacto directo con el campo, el pequeño olivar que él había plantado, en representación de mi madre, la propietaria de las 2,5 Ha. Mi profesión ha sido arquitecto técnico, por tanto, no tenía conocimientos previos, pero mi pasión fue decantándose hacia el campo y así aumentó en 350 olivos, el original. El olivar lo trabajamos nosotros mismos: la familia. No tenemos ni subvenciones, ni contratos, ni empleados, ni sueldos. Esto nos hace muy independientes a la hora de trabajar y elegir qué y cómo hacer.
 
                                        

Aparte de un gran gozo personal, el olivar y el campo tal como lo contemplo, me ofrece una visión diferente del mundo. Estar en contacto diario con el paisaje cambiante, las plantas o los usos de la tierra me permite apreciar los cambios que en ellos estamos produciendo y con ello intuir hacia dónde nos podemos dirigir la especie humana si continuamos tan alejados del primer eslabón de la vida que es la naturaleza. Quiero imaginar que en algún momento volverá aquella idea que a muchos llevó a vivir en el campo: cómo podemos ser felices si no tocamos la tierra con las manos, cómo podremos sentirnos libres si no tenemos un paisaje donde soñar.

Mi deseo para el mundo rural es lograr una sociedad mejor armonizada, donde la agricultura y la ganadería tengan un manejo ecológico, el campo esté lleno de biodiversidad, con olivares vivos. Desde mi posición de autónomo y emprendedor me gustaría que las cooperativas y asociaciones agrarias trabajaran por la calidad y fueran más responsables con el medio ambiente y que se lograran más unión y asociación ante los individualismos. Insistir en la formación y que ésta sea multidisciplinar y diversificada, sin distingos por precedencia profesional. El campo, la agricultura y la ganadería son espacios y quehaceres que requieren formación técnica en cultivos, de optimización de recursos hídricos, de mercados y tendencias, de distribución y de tecnologías respetuosas con el medio ambiente. Las subvenciones, las que se ofrecen con recursos públicos, no pueden concederse sin estar acompañadas de una formación adecuada y susceptible de ser demostrada.

                                       

El olivar es un bosque humanizado, plagado de historias pasadas y presentes, muchas de ellas protagonizadas por mujeres.

Desde siempre la mujer es participe activa en el campo. Además de los trabajos de cuidado mayoritariamente realizados por mujeres, también están fuertemente involucradas en las labores productivas, sociales, culturales y medioambientales del mundo rural. Por desgracia, muchas de estas historias se han visto invisibilizadas por la desigualdad y los convencionalismos sociales. Las mujeres que viven en entornos rurales se dejan la piel intentando ser reconocidas como verdaderas protagonistas en el mantenimiento de una economía y un modo de vida, pero ese trabajo sigue siendo considerado como algo suplementario y auxiliar. Si preguntas, muchas de ellas añaden con resignación: “yo me siento tratada en multitud de ocasiones como ‘la mujer de…, la ayudante de…’”. Otra dificultad que vive la mujer huertana (o del mundo rural), el concepto de corresponsabilidad, algo que está tardando demasiado en ser asimilado por los hombres y en particular por los hombres rurales que están mucho más anclados en los valores tradicionales. Trabajan codo a codo con los hombres por mantener la economía familiar, pero cuando se trata de la casa soportan una gran soledad cuidando del hogar y de mayores y menores. Las mujeres son las principales dinamizadoras de la vida social de nuestros pueblos, mantienen su economía con trabajo no remunerado, ¿quién si no, a parte de las mujeres, trabaja sin cobrar?, y además impulsan los cambios de mentalidad luchando por conseguir una sociedad igualitaria y equitativa. La prueba de todo ello está en que los pueblos que se quedan sin mujeres son pueblos muertos.

Las mujeres españolas en el siglo XX fueron, por causa de una monarquía cuasi absolutista, de Alfonso XIII, y la dictadura, la excepción europea. Mientras las inglesas, las francesas, las alemanas ganaban terreno en la igualdad y en sus derechos como seres humanos igual de válidos que los hombres, nuestras madres y abuelas vivieron sometidas al peso férreo de la misoginia edulcorada con el halo hipócrita, superficial y banal de secciones femeninas, corte y confección, sus labores y mucha misa y procesión. Ignorar, quizás, que las mujeres españolas, hasta hace pocas décadas, tenían negados, por ley, sus derechos más básicos como simples ciudadanos. Ignorar, quizás, que en este país la fuerza y el talento femenino fueron sometidos a los dictámenes de los que consideraban a las mujeres en exclusiva como amas de cría, modistillas, simples floreros no pensantes, o meros apéndices del hombre. Ignorar, también, que la fuerza de lo femenino está muy por encima de muros oscuros, de ideas mediocres que minusvaloran el enorme papel de la mujer en su entorno y en la sociedad. E ignorar, asimismo, que miles de mujeres en el siglo XX fueron, a pesar de todo, el alma de la vida intelectual, familiar y afectiva de un país dirigido por mediocres. Muchas mujeres fueron, en silencio, eso y mucho más.

La naturaleza es tan sabía que no nos hizo iguales. Al contrario, nos hizo muy distintos, de modo que lo que nos falta a los hombres lo tienen las mujeres y viceversa. Esta diferencia no nos separa, nos complementa.
 
                                 

Palabras que manan de mi cariño, de mi amor, de mi pesar y de mi muy sentida visión de lo que representa la mujer. Palabras que nacen entre latidos de mi corazón, tan involucrado con él, con su respirar profundo y con su acontecer, palabras que pueblan amorosas estos párrafos llenos de humanidad para ti: Mujer y Madre; moradoras insignes de tan digno y magistral escenario de eterna naturaleza: lugar donde se registra y florece, con suma majestad "La Tierra" sin agotarse nunca en sus surcos.

Puede ser que sea cobarde y sólo me atreva a explicarme a través de estas letras, tal vez aún no he encontrado el momento o simplemente por algún absurdo pudor no he tenido el valor hacerlo frente a frente. Vivo lleno del fervor romántico que nace de lo hondo de mi alma y de la pasión que hay en el corazón desde donde nacen a raudales siempre, siempre, todos mis empeños, desde donde te dedico este minúsculo cantar.

Recuerdo cuándo nos vimos por primera vez, de esto hace ya año y medio. Quizá ni siquiera nos caímos bien ‘de entrada’ o fue todo lo contrario y establecimos una conexión especial a primera vista. TÚ eres también esa mujer, que, en ese día, me dejaste de recuerdo tu eterna sonrisa, tu medida sonrisa perfecta, ni tan amplia como para no ser creíble y ni tan tímida como para no apreciarla a simple vista.

Hoy, también estás en mí y haces mejor mi mundo: me fascina tu transparencia, tu capacidad de disfrutar, de improvisar, me has enseñado a ver siempre el lado positivo y adoro el modo en que te ríes de ti misma (aunque sea para disimular tu alma rota). Si sirve como metáfora: eres una de las baldosas del suelo firme por el que piso.

Me coloco a tu lado, te miro, te observo y aprendo. Te pido consejos que escucho con atención, porque sé, que, aunque no los siga, me ayudarán a andar mi propio camino. Me enseñas incluso cuando te equivocas. Contigo cerca quiero llegar a ser lo que quiero ser. Me das una serena seguridad.

Da igual si nos vemos a diario, si ya no coincidimos tanto, extendemos nuestros encuentros, o si, por vueltas de la vida, no nos veremos más. En algún momento de nuestras vidas nos cruzamos, de algún modo me fascinaste y quedaste en mí. Tú eres mi inspiración, te admiro y, te guste o no, me acompañarás siempre. Te quiero porque a tu lado río con las penas y lloro de alegría.

Por todo esto y muchas cosas hoy quiero gritar que te necesito en mi vida, en mi mundo, en mi mente. Porque contigo he comprobado que las Hadas Existen.

Myriam es una de esas mujeres que, en medio de una sociedad vulgar y machista, hizo lo posible e imposible para dar brillo a su grandeza, a su belleza, a su fuerza y a su luz, por más que los dogmas, las convenciones o la mediocridad que pudiera haber en su derredor intentaran someterlas y anularlas. Y eso, en el fondo, da igual, porque la fuerza, la grandeza y la excelencia de alguien se expanden a su alrededor. De ella, si te esfuerzas y estas dispuesto a aprender, puedes tener una maestra para charlar, pensar, sentir, querer saber y buscar la verdad, respetar, amar, honrar a la vida y a todas las vidas…, y a valorar, por encima de todo, los tesoros de las cosas del corazón.

Hoy como ayer y no sabemos si también como mañana, las personas hacemos poco o nulo uso de nuestra capacidad de elegir como vivir; ya que, o nos inducen a aceptar una determinada manera de hacerlo o nos torturan de mil maneras para obligarnos a aceptarlo. Myriam es de esa clase, que, salvando todas sus contradicciones personales, ha sabido capear las tormentas y, sí, elegir cómo, dónde, cuándo y cuánto debía ‘vivir’ y hacer el uso de esa libertad.

No tienes miedo a soñar a pesar de lo que diga la gente, e iluminas tu entorno al atreverte a ser tú misma. Sonríes a la vida y encuentras la belleza en lo más pequeño, como un abrazo, un te quiero, la risa de alguien a quien amas. Siempre tienes la mano extendida para apoyar al que lo necesita, porque sabes que, tu y yo, juntos somos más fuertes. Pones amor en todo lo que haces y la gente siente tu cariño a través de tus acciones y buscas mejorar día a día, para convertirte en la mejor mujer que puedas llegar a ser. Haces de todos los días una nueva aventura y no te das por vencida y luchas hasta conseguir lo que te propones.

Los emprendimientos con éxito forman parte de un equipo, donde además de formación, trabajo organizado y concienzudo, se valore el riesgo y se disponga de financiación y medios suficientes para acometerlos. Myriam está haciendo cambiar mentalidades y está ofreciendo una amplia labor como una buena profesional comprometida y formada. No habría conseguido recorrer el camino actual sin ella al lado, así decía Gabriel García Márquez: “Vosotras, mujeres, aportáis luz en las sombras”.

                                        

Mujer excelsa y anhelada, eres el trazo azul de mi cielo, donde nada para mí es tan sublime y sincero, como los besos del amor que te doy desde mis más apasionados sueños. Besos, que se llevan para siempre en la piel y que no se olvidan, portadores dichosos de una infinita humanidad, de perennes afectos y de la magnitud de todos mis sentidos: ¡Cielo tú sabes cuánto te quiero!

Para la luz de muchas mujeres que nos precedieron o que aún siguen en el camino abierto; para la inmensa y eterna luz de mi madre, para Myriam, mi profundo homenaje.

“En la vida ni se gana ni se pierde,
Ni se fracasa
Ni se triunfa.
En la vida se aprende,
Se crece,
Se descubre,
Se escribe,
Se borra.
Y se reescribe otra vez,
Se hila,
Se deshila y
Se vuelve a hilar.
El día que comprendí que lo único que me voy a llevar es lo que vivo,
Empecé a vivir lo que me quiero llevar”

(Poesía Purépecha ‘Mexica Tea hui’ - Anónimo)









martes, 28 de diciembre de 2021

Celebrando el 28.XII.2021... CASA DE AVIO. Elaboraciones Artesanales.



Hoy cumpliría Doña Paca 123 años. Su hija Carmen, el mes pasado, superó los 95 años...Este pequeño recuerdo sea en homenaje a ellas: por tener la capacidad de sorprenderme, de alegrarme, de sacarme una sonrisa cuando estoy triste y de muchas otras cosas más, un año más, un año menos, lo importante es que lo gocemos...

Doña Paca en Granada, 1925. 


Carmen en Monteagud, Almería, 1952.






viernes, 19 de noviembre de 2021

"No me toques, pastorcito, ni me dejes de tocar, que mis hermanos me mataron por la Flor del Olivar."

Érase una vez una semilla de olivo que viajó miles de kilómetros empujada por el viento. Volaba y volaba sin parar durante el día y la noche. Atravesó mares, sobrevoló montañas y ríos, hasta que un día, el viento paró. La semilla cayó en el suelo húmedo y fértil de un valle. Allí nació el primer olivo. De este olivo nacieron sus primeros frutos: las aceitunas.

El hombre, que ya andaba por allí, no tardó mucho en darse cuenta de que el olivo y él serían grandes afortunados, y que su fortuna duraría para siempre. Si el hombre aprendía a cuidarle cada año, el árbol le regalaría un montón de aceitunas.

Los viejos libros cuentan que pronto el hombre aprendió a extraer aceite de las aceitunas que recolectaba cada año. Pero además también aprendió a usar el aceite para encender sus lámparas, para cuidar la piel, pero sobre todo, sobre todo, para usarlo como alimento.

Los primeros cultivos de olivar se desarrollaron en una región entre Palestina, Creta y Egipto. Allí, poco a poco, perfeccionaron las técnicas para extraer el aceite de las aceitunas. Más tarde, el aceite de oliva se convierte en un producto muy importante para la antigua Grecia y claro, los griegos que era muy 
viajeros, extendieron el cultivo del olivo por toda Europa.

Como les gustaba además comer siempre con su aceite de oliva allá donde fueran, lo transportaban en unas grandes vasijas de barro llamadas ánforas.

Los romanos heredaron de los griegos estas buenas costumbres. Y en época del Imperio Romano, la Bética (que era como se conocía entonces a la Península Ibérica) enviaba a Roma en barcos sus mejores aceites, en vasijas de barro que se hacían en la cuenca del río Guadalquivir. Eran muchísimas las vasijas españolas, con aceite español, que recibían en Roma. Como por aquel entonces no existía lo de reciclar envases, se dedicaron a amontonar las vasijas a medida que consumían el aceite. Tanto consumieron que con los restos de las vasijas se formó un monte que todavía hoy existe en Roma: Monte Testaccio.

Bueno, pero volvamos a nuestra historia. Al principio, el aceite se extraía aplastando las aceitunas con grandes molinos de piedra que eran empujados por humanos y animales. Pero claro, el hombre aprendió a generar energía, así que empezó a usar máquinas para poder extraer mejor el aceite sin tener que empujar los pesados molinos de piedra. Hoy en día, se ha evolucionado mucho más y tenemos técnicas más modernas para obtener aceite de las aceitunas.

En otoño comienza la recolección. Se puede hacer de tres maneras:A mano. A lo que llamamos coloquialmente ordeño.Vareando. Con unos palos largos se golpean las ramas.Con máquinas vibradoras, que agitan las ramas o incluso el tronco de los olivos para hacer caer las aceitunas.

Se recogen directamente del árbol, sobre redes llamadas "mantos", se llaman "aceitunas de vuelo", a diferencia de la "aceituna de suelo" que, como su propio nombre indica, se recogen después de que la aceituna haya caído sobre el terreno. Una vez que tenemos las aceitunas, se transportan hasta la Almazara o Molino, donde vienen clasificadas antes de entrar en el proceso de producción.

Y ¿Qué se hace luego? Pues limpiarlas. Se separan las hojas, los tallos... se mira que no tengan polvo y a veces se les da un lavadito con agua. A continuación, pasamos a la molienda. Que consiste en aplastar las aceitunas con unos molinos (generalmente de martillos) para poder sacarles el aceite. De esta forma se consigue una pasta de aceituna. Pero todavía no hemos separado el aceite. Batimos todo para que, poco a poco, se vayan juntando las gotitas de aceite. Gota a gota se consigue juntar el aceite. Pero ahora hace falta separarlo del agua (Alpechín) y de la parte sólida (Orujo) que componen la pasta de aceituna.

Para separar el aceite centrifugamos la pasta. Que no es otra cosa que meterlo todo en una máquina que, igual que una lavadora, da vueltas a toda velocidad y conseguimos separar el aceite, que pesa menos, del resto de la pasta (agua y sólidos) que es mucho más pesado.

Y amigos... ¡ya tenemos el aceite! Como veis el aceite de oliva virgen que se obtiene mediante este proceso es auténtico zumo de aceituna. Lo clasificamos por calidades, lo conservamos de la mejor manera y, llegado el momento lo metemos en botellas y directo hasta casa. Es uno de los elementos más importantes de nuestra dieta mediterránea.

Pero lo curioso de esta historia, es que en España como hay días de mucho viento, la semilla viajó por todo el territorio. Y hoy en día, al viajar, nos damos cuenta de que hay olivos por todas partes. Pero no todos son iguales. No todos dan las mismas aceitunas y por lo tanto los aceites que se consiguen son diferentes. Hay variedades para todos los gustos: picual, hojiblanca, arbequina y muchos más...

Y fueron felices... Y comieron... Con aceite de oliva.













Fotografías del trabajo familiar y jornalero de la recogida de aceituna del olivar del Cortijo Doña Paca. Y el fin de fiesta, para satisfacción de Carmen, hija de Doña Paca y dueña actual de la finca, con manjares elaborados por las mujeres marroquíes que han colaborado para que la cosecha sea limpia y rápida.



EL OLIVO (2016) Tráiler Oficial Español

Nota: El titulo es un fragmento del cuento "La flor del olivar" (CUENTOS DE MI TÍA PANCHITA de la autora Carmen Lyra.

martes, 1 de septiembre de 2020

Kumquat, un pequeño cítrico, o cómo aprendemos que no importa como seas, alguien te aceptará y no te hará la puñeta.

¿Cuántas veces has oído lo de “¡Naranjas de la China!”(?), pues bien, las naranjas de la China, existen y son más conocidas por el nombre de Kumquat. Son un cítrico pequeño, de piel lisa y fina, y comestible, y son un auténtico tesoro nutritivo. El Kumquat, es originario de China, se consume entero y su piel es comestible, un pelín dulzona, en cambio, el interior es más amargo con un punto ácido. De hecho, existen determinadas variedades de las que solo se consume la piel. En la península ibérica, se recolecta durante los meses de enero y febrero a medida que cambia de color verde a naranja.

Si buscamos en Google encontramos interesantes textos sobre él.

El responsable de introducir esta fruta en Europa fue el botánico inglés Robert Fortune a mediados del siglo XIX y la llamó Fortunella Margarita.

Como pertenece a la familia de los cítricos, es rico en Vitamina C, potasio y ácido fólico. Posee gran cantidad de fibra. Tienen propiedades antioxidantes gracias a los carotinoides (ácido oxálico, tartárico, málico y cítrico). En menor medida contiene minerales y oligoelementos como magnesio o calcio, por todo ello la OMS recomienda su consumo. Rico en flavonoides y vitamina C, el Kumquat es un gran antioxidante natural que cuida de nuestra salud cardiovascular. Contiene ácido fólico, una vitamina imprescindible en los procesos de división y multiplicación celular que tienen lugar en los primeros meses de gestación, aunque por su composición ácida puede provocar acidez. La vitamina C aumenta la absorción del hierro de los alimentos, por lo que el Kumquat se aconseja en los casos de anemia ferropénica, acompañando a los alimentos ricos en hierro o a los suplementos de este mineral ya que esto acelera la recuperación. Además su contenido en ácido cítrico la convierte en una fruta con propiedades antisépticas sobre las vías digestivas y urinarias. Además, alcaliniza la orina por lo que beneficia a quienes tienen litiasis renal (sobre todo por sales de ácido úrico) y facilita la eliminación de ácido úrico. Esta fruta aporta una cantidad significativa de fibra que favorece el tránsito intestinal y reduce la velocidad de vaciamiento gástrico. Por tanto, es muy útil en regímenes de adelgazamiento, ya que su consumo produce sensación de saciedad.

El Kumquat resulta un cítrico perfecto para la elaboración de mermeladas y confituras, y se pueden preparar deliciosas salsas para carnes similares al chutney (especie de confitura de frutas o verduras cocidas con vinagre, especias, hierbas aromaticas, azúcar,…, originario de la India).

Procedamos a contar cómo elaboramos una mermelada de esta delicia nutritiva. Lava los kumquats, retírales el pedúnculo si lo tuvieran y córtalos por la mitad, retírales la semilla, cargando toda la paciencia de la que presumas, y recoge en un recipiente el jugo que se pueda desprender con la manipulación. A continuación corta los pequeños cítricos en juliana, aunque puedes darle el tamaño que desees, según te guste después encontrar los trocitos. Pon los kumquats y su jugo en un cazo y añade el zumo de naranja, por cada kilo al menos una naranja, y el azúcar, en una proporción del 30%. Empieza a fuego fuerte y en cuanto empiece a hervir, tendrás el almíbar cociendo, baja el fuego al mínimo y deja cocer unos 45 minutos o hasta que veas que tiene textura de mermelada. Durante la cocción, puedes tapar el cazo sin encajar la tapa, dejando un poco de escape para el vapor, y no olvides mover de vez en cuando. Recuerda que cuando se enfríe espesará más.

Esta mermelada es ideal para saborearla en una tostada, para endulzar un yogur, para servir junto a un asado de carne, para hacer aperitivos… una delicia muy versátil.








Me propuse descorchar el 2020 con el deseo de que la magia de ser, de sentir, de fluir y de amar fuese el 'leitmotiv' de mi vida, ya habiendo recorrido 55 años y pensando que la pendiente podría estar variando su dibujo... Después, con la ilusión de la noche incendiándo miradas y sonrisas, en primera persona o por reflejo de los que me rodeaban y especialmente Carmen, madre, abuela y bisabuela, un rumor de deseos y promesas me recordó que somos capaces de todo lo que nos propongamos, que no hay más que 'el creer es poder' confluyendo con la confianza, decisión, voluntad y coraje.

Y acabando el año creo que no hay mejor manera de resumir la esperanza versus desesperanza de este 'Annus horribilis 2020'

No me interesa si la historia que me cuantas es cierta. Deseo saber si puedes defraudar a alguien por ser sincero contigo mismo, si puedes soportar la acusación de traición y no traicionar tu propia alma. Quiero saber si puedes ser leal y confiable. Quiero saber si puedes ver la belleza incluso cuando no sea bonito lo qué vivas cada día.

No me interesa saber cómo te ganas la vida. Quiero saber qué es lo qué más anhelas y si te atreves a soñar para ver realizados los deseos más profundos de tu corazón. Quiero saber si puedes convivir con el fracaso, ya sea mío o tuyo y todavía permanecer en la misma orilla y gritar ante el resplandor de la luna llena ‘sí’.

No me interesa la edad que tienes ni cómo es tu cuerpo. Quiero saber si te arriesgarías a parecer un loco de amor, por tus sueños, por la aventura de estar vivo. Quiero saber si puedes estar con el gozo, ya sea mío o tuyo y si puedes danzar con total libertad y dejar que el éxtasis llene todo tu ser, sin tratar de ser cauteloso, realista o reparar en tus limitaciones como ser humano.

No me interesa qué planetas tienes en cuadratura con tu luna o qué estrellas has hecho tuyas al dibujar tu horóscopo en una noche. Quiero saber si puedes acoger el dolor, ya sea el mío o el tuyo, sin tratar de esconderlo, hacerlo desaparecer o intentar cambiarlo. Deseo saber si has llegado al mismo centro de tu dolor, si te has dejado abrir por las traiciones de la vida o si has llegado a agotarte y cerrarte por miedo a sentir mayor dolor.

No me interesa dónde vives o cuánto dinero tienes. Quiero saber si puedes levantarte por la mañana después de una noche de angustia y desesperación, abatido y herido hasta los huesos y hacer lo necesario por los demás.

No me interesa saber a quién conoces o cómo has llegado hasta aquí. Quiero saber si puedes permanecer en el mismo centro del fuego y no retroceder.

No me interesa saber dónde, qué o con quién has estudiado. Quiero saber qué te sostiene desde el interior cuando todo lo demás se desvanece. Quiero saber si eres capaz de estar a solas contigo mismo y si puedes en esos momentos de vacío, apreciar de corazón todo aquello que encuentres en tu interior.





https://youtu.be/JYtNOsETQK0


“Como ve, todos tenemos en nuestro interior los elementos necesarios para producir fósforo. Es más, déjeme decirle algo qué a nadie le he confiado. Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillas en nuestro interior, no las podemos encender solas, necesitamos oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso, el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender una de las cerillas.
Por un momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva explosión que haga reavivarlo.
Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse una de ellas es lo que nutre de energía el alma. En otras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios detonadores, la caja de cerillas se humedece y ya nunca podremos encender un solo fósforo.
Si eso llega a pasar el alma huye de nuestro cuerpo, camina errante por las tinieblas más profundas tratando vanamente de encontrar alimento por sí misma, ignorante de que sólo el cuerpo que ha dejado inerme, lleno de frío, es el único que podría dárselo. ¡Qué ciertas eran estas palabras! Si alguien lo sabía era ella.
Desgraciadamente, tenía que reconocer que sus cerillas estaban llenas de moho y humedad. Nadie podría volver a encender una sola. Lo más lamentable era que ella sí conocía cuáles eran sus detonadores, pero cada vez que había logrado encender un fósforo se lo habían apagado inexorablemente.
John, como leyéndole el pensamiento, comentó:
- Por eso hay que permanecer alejados de personas que tengan un aliento gélido. Su sola presencia podría apagar el fuego más intenso, con los resultados que ya conocemos. Mientras más distancia tomemos de estas personas, será más fácil protegernos de su soplo.
Tomando una mano de Tita entre las suyas, añadió:
- Hay muchas maneras de poner a secar una caja de cerillas húmeda, pero puede estar segura de que tiene remedio.
Tita dejó que unas lágrimas se deslizaran por su rostro. Con dulzura John se las secó con su pañuelo.
- Claro que también hay que poner mucho cuidado en ir encendiendo las cerillas una a una. Porque si por una emoción muy fuerte se llegan a encender todas de un solo golpe, producen un resplandor tan fuerte que ilumina más allá de lo que podemos ver normalmente y entonces ante nuestros ojos aparece un túnel esplendoroso que nos muestra el camino que olvidamos al momento de nacer y que nos llama a reencontrar nuestro perdido origen divino. El alma desea reintegrarse al lugar de donde proviene, dejando al cuerpo inerte… Desde que mi abuela murió he tratado de demostrar científicamente esta teoría. Tal vez algún día lo logre. ¿usted qué opina?

Música: Hooverphonic 'EDEN'
Texto: Laura Esquivel 'COMO AGUA PARA CHOCOLATE'

domingo, 15 de septiembre de 2019

Brindo por ti y por un rostro que permite que la luna siga brillando o cómo no dejar de buscar lo que no está (en septiembre ‘mermelada de higo’).


En plena temporada de higos y en el cortijo Doña Paca, con unas higueras repletas de frutos que los que habitan en él se los desayunan (tanto los humanos como las aves), pero desde luego tan poco es plan de comerse un montón de kilos de una sentada y tener un problema gastrointestinal. Menos aún de tirarlos.

Pues lo típico en estos casos es hacer una mermelada, que luego puedes repartir altruistamente entre amigos, compañeros, familiares y enemigos, o incorporarla al catalogo de productos de ‘Casa de Avío’. Porque altruismo incluye la consideración del elevado contenido calórico del potingue en cuestión. Claro que lo delicioso y natural del asunto pues compensa, al menos en pequeñas dosis.

Si no os lo había contado. La mermelada tiene origen griego. Ellos cocinaban las frutas con miel para hacer conservas, aunque también he leído por ahí que los romanos también hicieron sus pinitos y la nombraron como la conocemos, de la palabra ‘melimellum’ y que básicamente significa membrillo, y que ellos lo hacían en conserva.

La cuestión es que como casi todas las cosas ricas, se inventaron hace unos cuantos años y sólo recogemos las enseñanzas trasmitidas y perdurables.

Las mermeladas fundamentalmente son a base de azúcar, así que ya puedes intuir cual va a ser el ingrediente fundamental además de los higos. Azúcar blanca y/o azúcar morena. Personalmente me gusta mezclar las dos, pero la mayoría de las recetas que verás por ahí utilizan azúcar blanca. En principio se utiliza la misma cantidad de azúcar que de fruta, pero luego interviene el gusto y sapiencia: a todos no nos gustan las cosas igual de dulces y todas las frutas no son igual de dulces, es más, no todas están igual de maduras, que suele marcar el punto de dulzura de las mismas: más azúcar cuanto más maduras. Así que la cuestión es que para encontrar la cantidad de azúcar que le tienes que añadir para que salga a tu gusto sólo puedes utilizar la intuición y el método de ensayo y error, salvo que utilices el barómetro de la legislación que indica al menos un 40%.

Algo muy interesante es que se puede sustituir el azúcar por miel, teniendo en cuenta que la miel endulza más que el azúcar. En este caso, voy a probar con miel a ver qué tal sale la cosa. Una miel de mil flores sin refinar que está para ‘requetechuparse los dedos’.

La alquimia de la mermelada es bien sencilla. Cuando la mezcla de azúcar con la fruta y algo de agua (que normalmente es la de la fruta) alcanza una temperatura levemente superior a los 100 grados, el azúcar reacciona con el ácido y la pectina de la fruta, y eso es lo que consigue la textura semidura de la mermelada. La pectina es uno de los componentes fundamentales, una fibra natural, que se encuentra en las paredes celulares de los vegetales y alcanza una gran concentración en las pieles de las frutas. Por tanto, la mayor acumulación de pectina se encontrará en la piel y en las pepitas o huesos, incluso en la carne existente en torno a estos últimos.

En el caso de los higos, como son estupendos y naturales y tengo la certeza que en cortijo Doña Paca no se han usado pesticidas ni guarrerías varias, los voy a incluir con piel, lavándolos bien y quitando con el cuchillo lo que no me guste. Bueno vale, también porque es un ‘coñazo’ pelar unos cuantos kilos de higos maduritos y hoy por hoy no está conmigo Carmen, la hija de Doña Paca, que con sus actuales 92 años tiene la paciencia y el saber que a todos nos gustaría y nos falta. Hace dos años se peló unos 20 kilos arriba o abajo, gramo aquí o allá.



En el caso de frutas que contengan bajo nivel de pectinas o baja acidez, la forma fácil de solventarlo es añadir zumo de limón. Más o menos como medio limón por kilo de fruta. Como no solemos tener idea de estas cosas, yo le echaría siempre ese zumo de medio limón por kilo de fruta, porque seguro que mal no le queda y te aseguras que el proceso va a salir mejor.

Para prepararla colocamos toda la fruta en un recipiente y luego vertemos por encima todo el azúcar, o la miel ;-p. Lo metemos en la nevera 24 horas para que se vayan conociendo, los higos irán absorbiendo el azúcar de poquito a poquito, y sobre todo irán soltando el agua. Al día siguiente lo sacamos del frío, lo ponemos en una cacerola y si no ha soltado mucha agua se le añade una poquita y el zumo de limón…

(N.A.: añadir agua es desnaturalizar el producto final y aumentarlo por razones digamos indiscretas).
Como en esta ocasión si hay bastante agua de la propia fruta, para empezar no voy a añadirle nada más. Ahora hay que ponerlo al fuego, no muy vivo, pero tiene que superar los 100 grados, removiendo, removiendo, removiendo, básicamente para que no se pegue el fondo y te quedes sin cacerola, y porque recuerda que el agua irá perdiéndola en el tiempo de cocción. Hay frutas qué sea por la cantidad propia de pectina y/o por el agua que tienen su cocción es muy rápida.

¿Cuánto tiempo? La prueba de fuego. Una manera es sacar un poquito, ponerlo en un platillo e inclinarlo, si desliza le falta un poco, si se queda quieto, está lista. El tiempo, por tanto, dependerá de la cantidad de fruta, pero calcula que mínimo 20 minutos (la manzana por ejemplo), y yo diría que normalmente rondando los 45 minutos a 1 hora. Al principio, como hay agua, te puedes relajar un poco, pero cuando el agua se empiece a evaporar hay que estar pendiente, para que no se pegue la elaboración al fondo y sobre todo cuidado de no abrasarte con las burbujas explosivas que se forman cuando la textura está cerca del punto final: ‘el Etna se puede quedar corto’.

Un truco es dejar la fruta en trozos enteros o trocearla, para evitar que la elaboración se pegue si nos descuidamos. El higo es una fruta pesada por si misma que en cuanto se cueza se irá al fondo de la cacerola, por lo que la vigilancia ha de ser importante. Y así será nuestra atención según la fruta escogida: repetir la consigna ‘utilizar la intuición y el método de ensayo y error’. Finalmente, si batimos la fruta antes de apartarla del fuego si hemos de vigilar éste y bajarlo al mínimo.

En cualquier caso siempre bato, para que quede más homogénea, aunque tampoco queda nada mal encontrase trocitos de fruta, de nuevo: ‘pa gustos colores y pa colores las flores’.

Una vez concluida la cocción se procede a guardarla en botes de cristal con cierre hermético. se debe esterilizar al baño María, e incluso se puede congelar. También se envasa en caliente y para hacerle el vacio se da vuelta al tarro y se deja así hasta que enfría.

No os pongo las cantidades que he usado porque sería pretencioso querer aquí hacer propaganda de que tengo más botes de los que puedo abarcar… Así que a buen entendedor… Pedidos a ‘Casa de Avío’.



Te leo. Te vuelvo a leer.

La soledad o mejor dicho la sensación que me produce al leerte es que te sientes en soledad. Ojo no digo que estés sólo pero siento que así te sientes. En una soledad de alma o de corazón o de ambos. Ojalá no te sintieras así, si es realmente lo que sientes y no una apreciación mía equivocada. Si me equivoco, mejor. No es la vida un valle de lágrimas, NO. Es una oportunidad única de experimentar. Experimentar con la vida misma. Con cada uno de los momentos y de las sensaciones. Con el aroma de un buen café al despertar. Con el placer de arroparse en una cama caliente cuando sopla el viento o cae la lluvia. Quedarse embelesado mirando el color del vino en la copa. Perder los ojos entre las llamas de una chimenea. Sorprenderse de las honestas e inocentes reacciones de un niño (o de cualquier animal que esté a nuestro lado). Todo eso es mucho mucho mucho más hermoso si se puede compartir. Pero no siempre es posible "siempre" y tampoco todos tenemos la misma capacidad para dejarnos arrastrar por un guiño o de excitarnos descubriendo lirios de monte. Muchas veces son los amigos con los que mejor se comparte, algunas otras veces con los amores y amantes, si los hubo o los hay. Pero esa "chispa" la tiene que tener uno en su interior. Si no existe esa chispa de poco sirven amantes, amores ni amigos. Y yo sé (me da que sí) que tú la tienes. No te voy a hablar de un trabajo. Yo que aun no sé cómo terminaré buscándome la vida. No es que no me preocupe. Lo supero, por una sencilla y egoísta razón. ¡Mi propia supervivencia mental! No me voy a dejar caer de nuevo, de tantas otras veces que así ha sido. Y no va a ser la falta de un trabajo, de un medio de vida o de cualquier cosa material la que me haga caer. También tengo mis bajones y grandes. Pero he aprendido a escalar y trepar (anímicamente) para no quedarme en la cueva, en el pozo o dónde quiera que se escondan la alegría y las ganas de vivir. Ya te he soltado una buena parrafada. Después de un verano cargado de excesos. Exceso de familia, risas, de comidas y bebidas y otros que difícil es transcribirlos…. Replegarse y empezar a preparar el cuerpo y alma para recibir el otoño y mi ‘contrición’: 55 años.

Hace tiempo me dio por intentar escribir Haikus (poemas breves japoneses). Soy tremendamente malo, tan malo que puedo resultar patético pero a pesar de esto tengo la desfachatez de compartirlos:

Ni campo, ni flor.
Mi alma se desborda.
Agua sin destino.
Algún día quizá, puede ser, quién sabe. Esa agua encuentre un campo o una flor. Al fin y al cabo todos añoramos lo mismo. Si canto al Agua, o metáfora viva, a mi Ser. Recuerdo que antes que el agua, siempre a punto de desaparecer en el vacio del cielo azul. Destinadas a convertirse en nada desde el momento en que son algo. Las nubes han de existir (y ellas si divisan el campo y las flores). Recomiendo que no dejemos de mirar al Cielo: sus dibujos y sus colores reconfortaran nuestras Almas.
Y gracias gusano, poeta en prosa.


Lana Del Rey - 'Fuck It. I Love You & The Greatest'
A la mierda. Te quiero!

domingo, 2 de septiembre de 2018

Elie Wiesel: “Lo contrario del amor no es el odio, es la indiferencia. Lo contrario de la belleza no es la fealdad, es la indiferencia. Lo contrario de la fe no es herejía, es la indiferencia. Y lo contrario de la vida no es la muerte, sino la indiferencia (entre la vida y la muerte)”


Quería compartir una pequeña reflexión sobre el silencio en mis momentos de soledad, ya que soy, me considero, una persona bastante introspectiva… Y de unos años a esta parte… La soledad y el silencio no son huida, ni escapatoria, ni evasión de la realidad. Al contrario. No me “aíslo” porque otros me estorban, me molestan, me incomodan. O porque no sé cómo enfrentar la realidad, los problemas, las dificultades o contratiempos. Ha sido un alto en el camino. Este alto en el camino, es parada obligatoria, si quiero realmente vivir de una manera más auténtica y plena, si quiero establecer relaciones de hondura, primero conmigo, después y primordialmente con los demás. Lo que me ha ocurrido, nos ocurre, casi siempre es que transitamos por la capa más superficial de la vida. No nos damos el tiempo para profundizar en el misterio de las cosas, de las personas, de uno mismo. Sumergirse en el pozo interior, bucear en él, nos lleva a descubrirnos y a descubrir esa vertiente de agua cristalina que es la que nos mantiene auténticamente vivos. Ahí uno constata que el agua que alimenta, pongo como ejemplo mi pozo, procede de la misma capa subterránea que nutre los pozos de los demás, de otros. Y percibo nítidamente que esos “otros” y yo somos iguales en esta existencia, en esta vida. Es decir, que en esa aventura de bucear en la propia interioridad descubrimos, así lo pienso, las raíces más profundas de la solidaridad.

Julián Marías escribió que “nada interesante puede hacer el hombre desde fuera de sí mismo”. Dejad pues que desde una interioridad recuperada en las extensas llanuras de la soledad y el silencio podremos, probablemente, tener una mirada más lúcida y penetrante sobre la realidad e incidir así, más positivamente sobre ella.

¿Qué se siente al estar solo? Es una sensación parecida al hambre mientras alrededor todo el mundo se prepara para un banquete. Produce vergüenza y miedo, y poco a poco estos sentimientos se irradian al exterior, de manera que el solitario se aisla progresivamente, se distancia progresivamente … “La soledad avanza, fría como el hielo y traslúcida como el cristal, y encierra en un abismo a quien la padece”, escribe Edward Hopper y continua: “Uno puede sentirse solo en cualquier parte, pero la soledad que produce la vida en la ciudad, entre millones de personas, tiene un sabor especial”.


Nighthawks_Edward Hopper_1942

-Noctámbulos- Cuatro personas sentadas en un diner urbano por la noche No sólo es el cuadro más famoso hecho por Hopper, sino también uno de los más reconocibles del arte estadounidense. Actualmente se encuentra en la colección del Instituto de Arte de Chicago.

Me gusta esa parte de la vida en que uno decide caminar hacía el silencio. Pero no aquel perturbador, oscuro, sino, ese que se escucha en la brisa, en las hojas de los arboles, en mi.
Me gusta caminar despacio, como si el tiempo no me dominara, como si con mis pasos tranquilos fuera yo quien creara una estela de sucesos, un tiempo propio, una nada adornada poco a poco.
Me gusta tener ese momento de soledad, esa conexión con pequeñas cosas y con lo grande que nos perdemos de tierra y cielo.
Me gusta ese idioma que sólo entienden mi naturaleza y mi instinto. Ese ‘hogar’ que está afuera y no en cuatro paredes. Esa huida que te salva de muchas cadenas.
Me gusta el mundo cuando no hay gente, o cuando hay gente que respeta al mundo.
Me gusta admirar, contagiarme de la serenidad que me brindan el amanecer y el atardecer, llenarme con el sol de levante y el de poniente, con la lluvia atronadora y silenciosa y empaparme de verdad.



Naughty Boy - Runnin' (Lose It All) ft. Beyoncé, Arrow Benjamin

Quisiera transmitir ahora, hoy, lo que siento. Miro como de lejos a grandes rasgos, mi vida, una vida intensa, ahora menos aun cuando sea lo de menos, de luchas sin descanso por lograr un presente y un futuro.

Mi ‘Casa’, esta Casa de Avío’, un fiel reflejo de mi persona y de mi alma. Si la recorres podrás encontrarme, en cada rincón, pero en el lugar que más de mí vas a encontrar, y mi recuerdo tenga todos los aromas y todo mi amor, es la cocina y la mesa de elaboraciones, es la alacena (para los modernos, el almacén). El lugar al que más horas de mi vida he dedicado. Preparando y elaborando todas las combinaciones que puedas imaginar. El olor del orégano y el laurel, el jengibre, las especies herbáceas aromatizantes, el romero y el tomillo y tantas, y el agua de azahar. Mis compañeros ¿Qué haría sin vosotros?...

El aroma de mi cocina y elaborados recorre hasta la vereda de esta ‘Casa’. Sabores de hierbas, que sólo mis recetas hacen especial su uso. ¿Y cómo podría ser de otra manera?. Cuántas horas revolviendo frutas para hacer dulces y sabrosas mermeladas y tantas cosas más. Las paredes de mi cocina conocen todos mis secretos y guardarán todos los aromas, entre clavos de olor, canela y vainilla.

Y cuándo no esté ¿Me extrañará mi pobre cocina?. Descansarán la hornilla y el horno, cansados de mantener su llama, mientras se evapora el agua sobrante. ¿Os conté de mis sabores?. Sí! Ya son tres años que no los describía… Son especiales, creo que la mejor forma de decirles que los adoro fue cocinarlos, siempre pensando en el gusto de cada uno de ellos. La alacena orgullosa, guarda montones de frascos de unos y otros sabores.

Cuando las luces se apagan y la ‘Casa’ está en silencio, yo creo que los duendes de mi espíritu la recorren y se perfuman con las esencias, destapando los frascos. Hablan con las ollas que descansan esperando el nuevo día, se acuestan en la hornilla que duerme hasta la mañana. Duendes inquietos. Corren cansados y felices a dormir de día en las viejas cerámicas que adornan por aquí y allá.

El sol se filtra, alegra la cocina y otra vez los aromas: alegrías y tristezas compartiendo el alma de esta ‘Casa’: esas cosas que fueron y son importantes para mí. En ella soy economista, maestro, equilibrista, peón, … Y aquí también me atreví a soñar que soy poeta:
Vuelve a empezar, siempre estás a tiempo
Éxtasis que sentirás cuando hayas dado lo mejor de ti
Empezar no fue en vano

“Somos esclavos de nuestras palabras y libres en nuestros silencios”. Un gran abrazo y gracias por este rato de lectura para ti y tan agradable de soledad en tu compañía y disculpas por tanto tiempo y tanto pasado.

domingo, 24 de enero de 2016

DE LA DESOLACION... DE LA SATISFACCION... DEL TRIUNFO... DE LA DERROTA… DOS ES EL NUMERO PERFECTO… O ‘UNA HISTORIA DE AMOR’


Todos lo sabemos: la grandeza de los cuentos radica no sólo en el material del que se parte o la calidad del narrador, sino en su riqueza para cambiar. Sólo hay que pensar en que nunca escuchamos dos veces igual un cuento aunque sea el mismo cuento. Como decía Bowie (vaya aquí mi homenaje)... 'ch-ch-ch-ch-changes'.... https://youtu.be/SWogvaVsvTg ... Entonces por qué nos empeñamos en recrearnos en volver a los cuentos que nos hacen revivir historias que nos traen 'desolación' ...

En el inicio del mes de octubre pensaba que tendría superado mi miedo escénico a estar sólo y desamparado no en tierra hostil pero si en lugar desconocido, que no otra cosa pensaba era dejarse ver y afrontar unas fiestas de pueblo, no para disfrutarlas sino para intentar ser coherente con mi oficio de artesano y quemar mis naves en la situación de 'vender' sin más apoyo que mi saber estar y mi producto inmejorable. Las fiestas eran las de Cadiar, pueblo situado en el centro de la Alpujarra de Granada, de carácter eminentemente local pero que sabiendo que era mi primera incursión en esas tareas podría ser una buena puerta para coger tablas... Me sentía desamparado ya días antes, pues la melancolía sobrevenida y el saber de la ausencia obligada de Antonio, el patroncito, me quemaban por dentro. No pensaba por un instante que la hazaña tornaría en ¡desolación!... Sólo mitigada por la presencia de personas a las que no tengo palabras para definir y agradecer su estado de postración junto a mí en tamaña tarea de sortear el mal tiempo y el frio, cuando los hubo, la soledad innata al vendedor de mercado, al feriante, al que se gana un puñado de euros con la paciencia de Job,... El primer día tormenta. Nada que hacer. Quedarse en el 'puesto' para que nadie te impida volver al día siguiente... Mojarse. Tiritar. Esperar el aliento del compañero ausente... Y tal se produce en una tarde dónde la noche hace su presencia gracias a la escasez de luz y al cielo encapotado. Nos trasladamos a un lugar apacible donde tomo refugio y vivo unas horas de relax y asueto al lado de mi amigo y socio... Me concede unas horas de charla y algunas risas y como siempre ocurre a su lado, una buena cena consistente en codillo y papas fritas y un trozo de milhojas de crema y chocolate y no sé cuantas cosas más... Antes un té reparador... Así termina el primer día... Amanece con sol radiante y buenaventura... Hace hasta calor en la calle y se me viene a la imaginación que el viernes va a cumplir con la expectación de un pueblo en fiestas sometido a la climatología cambiante de la sierra... Y tanto es así qué dando las tres en el reloj comienza de nuevo esa lucha entre los qué andamos resguardándonos del inclemente tiempo y éste en su empeño de demostrar qué la Naturaleza no tiene amo ni dueño… Me asiste la paz y el sosiego trasmutadas en hombre de juvenil porte y mucho vivido y sabido en tierra tan hostil como la veo… Su nombre Andrés. Su cuna Álvarez Rodríguez. Su lugar Cojayar… Doce horas de triste y desolada estación pasó bajo un plástico y un paraguas sentado a la espera de los bienaventurados qué decidieran sopesar la sabrosura qué la mesa de vendedor ofrecía… A las tres de la madrugada del tercero concluye este día segundo… ¡Sábado! Día prometedor. Culmen de las fiestas aún cuando ya salen otras poblaciones como competencia y más transitadas y con más ‘solera’ de mercado qué Cadiar… Pero me propongo no bajar la guardia y hacerme merecedor del lugar qué quiero y pienso debe ocupar el producto qué me acompaña… Recibo los parabienes de mi anfitriona del lugar donde he pernoctado estas tres noches: me requiere para una foto de recuerdo de mi estancia en su casa y para posteriormente publicarla… La pequeña historia de este sábado es la visita sorpresa de alguien qué originó, tantos años después, volvieran a revolotear mariposas en mi interior, asombrarán mi cabeza estrellas e iluminaria mi corazón un Cupido imaginado años ha… Y el resumen de un ‘desorden’ qué sólo la llegada y salida triunfante del ‘Mercado Artesanía y de Oficios de Terque’ apagó la hoguera qué habría supuesto el fracaso anterior en Cadiar, salvo dejar en el lugar buenas gentes, tener buenas vibraciones, conservar la estima y empatía por los qué supieron acompañar en momentos difíciles e iniciáticos.



Antonio y yo, sin mala intención nos habíamos conjurado para no hablar en público o en privado el uno del otro, ni bien ni mal, ni de una cosa cualquiera y de cualquiera de nosotros como una vacuna contra los elogios mutuos. Sin embargo, hace 5 años y medio y en este mismo sitio de Almería, él y yo nos encontramos por primera vez. Ese encuentro qué efectivamente parecía ser en verdad el primero, no dejo nada especial salvo acaso el abono para qué un año después y después de otro año, le oí decir algo casual: ‘ya sabes dónde vivo’. Fue una revelación que me transportó de golpe a mis años de universitario, donde los qué andábamos en casas alquiladas para compartir piso, nos refugiábamos y acompañábamos los unos a los otros para estudiar o sentir qué el triunfo estaba al alcance de la mano. Tuvieron que pasar 2 años hasta aquella tarde en su casa de Plaza de Toros, para reconocer de pronto en la voz estentórea, los pies de niño grande, la firmeza de sus manos capaces de pasar ‘una aguja por el ojo de un camello’, con lo qué ello representa de esfuerzo y precisión en ese esfuerzo, la autoridad qué emanaba de sus silencios y su mirada de gato atento a cualquier movimiento externo, qué me hallaba ante un ser humano ‘diferente’ y ‘fiel’… Ojalá, pensé, esté niño grande, qué gusta de juegos y acertijos, sepa ver qué todo su potencial reside en su ser intimo… Ese qué nada ni nadie habrá de descubrir… Porque nada ni nadie perturba su instinto de perpetuación… 'Nadie imagina cuál es el alto precio que paga por ser el hombre más en su lugar del mundo'… La única vez que de veras me he creído a punto de morir, también estaba con él y sin él hubiera fenecido, tal era mi deseo oculto – en tiempos convulsos y de emociones transgresoras con la propia vida - 'Me jodió' (¿?)… Al contrario: sólo agradecimiento y deuda eterna conservaré hacia él… Lo único que lamento, de esos años, fue no poder cobrarle, tanto como pagarle, los resentimientos atrasados, porque ya habíamos digerido tanta música y tanta des/dicha juntos, que no teníamos caminos de regreso. De modo que seguimos de amigos, de cuasi-hermanos, de socios, de patrón y empleado, muy a pesar del abismo insondable que se abre en el centro de su vasto saber culinario, y que lo qué ha de separarnos sino para siempre al menos en momentos: su insensibilidad para el baile y el elevar las alas al vuelo. Antonio ha sufrido ya los muchos riesgos de su oficio, raros e innumerables. Dedicado de lleno a su hacer ha tenido qué ‘torear’ a cuantos personajes han sido causa de sus desapegos hacia la inmutabilidad de un oficio que por su solo nombre debería ser admirable… No en el caso de los llamados ‘primeros espadas o consagrados’… Pues no hay mayor consagración qué el sacrifico qué supone soportar horarios qué en el sano juicio de cualquiera estaría vedado, soportar innecesarios apremios de quienes no cruzan el umbral del peligro al sortear el filo de un cuchillo, la temperatura de una plancha ardiendo, el agua hirviendo, la llama de una fuego, el corte de una tijera de limpieza, los aromas de un producto en mal estado, los humores de los qué no saben, no entienden, no soportan… Desde los 18 años, desde Almería, pasando por Granada y volviendo a Almería… Un periplo de idas y vueltas, entradas y salidas… Por el sólo hecho de querer demostrarse sabio, terco, insatisfecho, seguro, eterna promesa y así podría seguir adjetivando, sin cambiar su modo de ser. Lo que más aprecio, seguro qué también los qué bien lo conocen, desde siempre, es su generosidad de maestro de escuela, con una vocación feroz que ejerce hasta el extremo de desatender olvidos inmateriales qué un ser humano como él no debiera. Ningún, permitidme la licencia comparativa, orfebre-alquimista-creador-diseñador, en definitiva restaurador, que yo conozca se ocupa tanto como él de los otros, y en especial de los más cercanos a si y a los qué consigo son. Los instiga a la poesía qué representa un plato cocinado con todo esmero, respeto, amor…, los pervierte con secretos indescifrables, los hipnotiza con sus sabores y esencias, convencido de que es posible ser cocinero sin morir en el intento.
 


Nadie se ha beneficiado más que yo de esa ‘escasa’ virtud. Es Antonio quien me llevó a mi primer enfrentamiento con una cocina profesional y me dijo: 'Ahí tienes, contigo, para que aprendas'. Nunca se imaginó en la que se había metido. Pues con la aventura qué me dejó trazar aprendí no sólo a ver el oficio de restaurador de otro modo, sino a tener siempre lista una idea o una duda distintas para no dejar de contar y hacer realidad mis deseos, más bien sueños. Desde entonces ha sido el primer receptor de mis originales o impetuosas salidas de tono, ideas, experimentos... Sus juicios son, a veces, tan crudos, pero también tan razonados, que por lo menos cuido qué nada salga ya de mí sin meditar sobre lo qué él puede pensar… Aunque cierto es que la anarquía no es su fuerte... Yo mismo no podría decir qué tanto hay de él en casi todo lo qué imagino, pero hay mucho. Me pregunto a menudo cómo es que esta amistad ha podido prosperar en estos tiempos tan ruines. La respuesta es simple: Antonio y yo hemos aprendido a respetar nuestros tiempos, espacios, libertades en suma. Nos vemos muy mucho por cosas de tener a ‘Casa de Avío’ como nudo gordiano de ésta relación de amistad, y muy poco sólo para ser amigos. Cuando quiero verlo, o él quiere verme, y estoy convencido qué así se comporta siempre, nos llamamos antes para estar seguros de que queremos vernos. Sólo una vez violé esta regla de amistad elemental, y me dio entonces una prueba máxima de la clase de amigo que es capaz de ser. Fue así: ahogado de desamor y emoción incontenida por una mujer (de cuyo nombre no quiero acordarme), toqué a las puertas qué guardan su corazón, su alma integra, y su casa, donde Antonio sobrelleva su vida de soltero y en orden, sin necesidad de explicación algún y ante su mirada todavía incrédula, dejo qué me instalara por tiempo indefinido, sin preguntar, sin condiciones, sin peticiones… Y dejando que mi cuerpo, mi corazón, mi alma, resistieran si así era, desistieran si también existía la posibilidad, durmiera y olvidara el tiempo si era mi deseo… Antonio no me ha dicho nunca una palabra sobre el asalto a qué lo sometí, ni movió un dedo para saber, y yo he tenido que esperar hasta esta noche para expresarle mi remordimiento. Otro ejemplo de esta amistad es que juntos hemos salido y entrado de viaje. Esto nos ha permitido ocuparnos de otros y de otras cosas la mayor parte del tiempo, y sólo ocuparnos el uno del otro cuando en realidad valía la pena. Para mí, las horas interminables de carreteras, esperas de vuelos, paseos y descansos, han sido la universidad del arte y la letra donde siempre nos gusta ubicarnos. De Almería a Granada, Sevilla, Madrid, Bruselas, Londres, Belfast, Dublín, Derry… Con todo, los mejores recuerdos no han sido las clases sino los recreos, valga la metáfora… Reír sabe reírse de sí y con los demás… Serio como es… No deja qué una juerga le perturbe pero si suelta adrenalina como se debe para dejar qué el cuerpo y mente no desfallezcan… Con la misma serenidad, que le va en el porte, no tanto por su efectiva artesanía como por ser el hombre más simpático, a veces cuando gusta de sorprender, por donde quiera que pasaba iba dejando el rastro inolvidable de sus exagerados cuidados en el oficios, de sus exquisitas comilonas suicidas elaboradas para perdurar, de sus exabruptos geniales por no respetar su bien ganado prestigio de sonambulista. Sólo quienes lo conocemos y lo queremos más sabemos que no son más que aspavientos para asustar a sus fantasmas. Nadie puede imaginarse cuál es el altísimo precio que paga Antonio por la gracia / desgracia de ser tan como es. Lo he visto tendido en la penumbra de su estudio, con nostalgia de conciencia, la que no le envidio, pero qué por fortuna, esa soledad incurable es la otra madre a la que debe su inmensa sabiduría, su descomunal capacidad de lectura, su curiosidad infinita, y la hermosura quimérica y la desolación interminable de su arte.
Siempre he pensado que su creación estaba (‘capada’) desvalorizada por sus oficios tiránicos. Además agravada por el desastre de su falta de inquina hacia esos tiranos qué lo esclavizaban, que dudo qué no sea también así en la actualidad… Él me dijo cuando atreví a poner tal cosa sobre la mesa, hace algún tiempo, que tan pronto como se hiciera dueño y señor de su existencia como restaurador iba a ponerse al día con sus libros y sus ansias de emular a los artesanos visionarios, qué los hubo, hay y habrá. Que sea así, y que atreva a saltar sin paracaídas desde su cielo inmenso en saber eterno a la tierra firme de una, deseo con todo sea como lo pienso, gloria abundante y merecida, ha de ser uno de los grandes hallazgos de nuestra sabia y tradicional cocina, innovando con fundamento. Antonio, en su vida misma, es la representación de un vidente que sabe a ciencia cierta que nunca volveremos a encontrar el paraíso perdido, pero qué no será por él, en su saber y empuje juvenil, qué no volvamos a andar ‘los pasos perdidos’. Quede aquí este pseudo-homenaje, por primera vez sin falsos pudores, sin miedo a llorar, y sólo para decirle con todo el corazón, cuánto lo admiro, carajo, y cuánto lo quiero, él, mi ‘patroncito’



Y aún así, me temo qué lo importante nunca soy capaz de explicártelo. Valga esta canción, de una mujer sin parangón, para entenderme y entender mi naturaleza si haces el esfuerzo de imaginar que ‘ella es él’ o ‘donde hay mujer sitúa un hombre y viceversa’… https://youtu.be/JTELbFzlyHw - La Vida es Hacer para Recordar en el día de nuestra muerte -

Nota del Autor... Ah!!! Y mis disculpas por ser tan perezoso en escribir… No ha sido un otoño para dejar qué la imaginación, mente, corazón, pulso, emoción,…, y tantas y tantas sensaciones adsorbidas o destiladas sean pasto de este autor o pseudo-autor.